lunes, 7 de septiembre de 2009

POEMAS DEL ROMANTICISMO

Celos

Me mataban los celos
por un amor imposible
que nunca fue amor,
que nunca fue para mí.
Sentía un dolor
que quemaba por dentro
y destrozaba mi razón
como un tornado un pueblo.
¿Y ahora qué pasó?,
¿todo desapareció
y ya no queda nada?.
¿Es tanto mi amor
por mi verdadero corazón
que ya no siento nada
por quien pensé
que era a quien amaba?.
Todo el hechizo se rompió.
Todo lo que sentía, desapareció.
Ya no queda nada.
Los celos
no son puñales que se clavan
en el fondo del alma;
no existen celos
porque ya no existe nada.

La muerte enamorada.


Cómo enciende la triste pregunta que da tu suspiro
Cómo parece tu vida que muere ansiosa en mi alma
Soy noche en silencio, silencio de sombra invisible
Que sangre temida guardando tu imagen golpeada
En mi esqueleto que timbra si me miras en tu cama.

Y si yo te contara que timbra mi mar por tu culpa
En el mundo acostado sin calma
Que de tu cuerpo brotara conciencia
Por tus sueños y el sueño que encuentro
Mientras abro un abismo en tu ser.
Ah la muerte enamorada me llaman sin reproche y me aparezco en tu llanto
Tanto se cubre la sombra apenada de horas
Tanto se cubren los mustios
Que encienden los avernos
De mi desahuciada nobleza.

Y si el ocaso pregunta que sueño ha calmado mis deseos
¿Porqué, de todos, preguntaría
que tu alma es la ausencia de un vicio que truena
las costumbres atroces?
Miro el averno en tus ojos,
Mido el pecado en tu padre
Siento en toda mi muerte el valor de la vida de tu escaso frío.

Y quiero llevarte y quiero robarte en mi penumbra
Y quiero vivir en tu noche de hiedras
Con fervor de ahogar este grito de cantos
Y olvidarme de tu hambre.

Ah la muerte que permanece
Recostada en tu existencia.


Una gota de sal

Vi en sus ojos una lágrima, una gota de sal que quedó en mi pañuelo, una herida profunda que ardía, una cruel despedida y tus manos de ruego y tus labios de fuego en el último beso.


Fue mi blanca paloma que volaba hasta el cielo su vestido imitaba al sol su mirada al alba. La creí un ángel la forme en mis sueños pero solo fue intento de mi mente en un hondo recuerdo.

Fue la luz de mi vida, resplandor de mi alma, fue volcán de mi sangre, pero también fue la mar para apagar la llama.

Hoy no esta pero mis ojos la ven cuando se cierran y ahora una gota de su mar sale de mis ojos y como ella descansan en mi blanco pañuelo, está la mía, está la de ella y pensar eso aún me sirve de consuelo.

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