Me mataban los celos
por un amor imposible
que nunca fue amor,
que nunca fue para mí.
Sentía un dolor
que quemaba por dentro
y destrozaba mi razón
como un tornado un pueblo.
¿Y ahora qué pasó?,
¿todo desapareció
y ya no queda nada?.
¿Es tanto mi amor
por mi verdadero corazón
que ya no siento nada
por quien pensé
que era a quien amaba?.
Todo el hechizo se rompió.
Todo lo que sentía, desapareció.
Ya no queda nada.
Los celos
no son puñales que se clavan
en el fondo del alma;
no existen celos
La muerte enamorada. | |
|
Una gota de sal
Vi en sus ojos una lágrima, una gota de sal que quedó en mi pañuelo, una herida profunda que ardía, una cruel despedida y tus manos de ruego y tus labios de fuego en el último beso.
Fue mi blanca paloma que volaba hasta el cielo su vestido imitaba al sol su mirada al alba. La creí un ángel la forme en mis sueños pero solo fue intento de mi mente en un hondo recuerdo.
Fue la luz de mi vida, resplandor de mi alma, fue volcán de mi sangre, pero también fue la mar para apagar la llama.
Hoy no esta pero mis ojos la ven cuando se cierran y ahora una gota de su mar sale de mis ojos y como ella descansan en mi blanco pañuelo, está la mía, está la de ella y pensar eso aún me sirve de consuelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario