lunes, 7 de septiembre de 2009

POESIA COLOQUIAL

POEMA COLOQUIAL
De repente, un sol se apaga en el rapto fugaz
de una serpiente.

Se mira la gente como enlutada, entre aromas de albahaca,
y la calle se ha puesto un poco loca,
un poco repleta de semáforos y bocinas,
un poco atisbada entre piquetes, entre humo negro, entre pechos
que arden y son tuyos,
inevitablemente.

Tienen la política entre las piernas, y la ideología se dispara
entre suspiros como una automática del primer mundo.

Dame de nuevo una manzana, dame ese rapto fugaz entre luces rojas
y soles apagados,
dame el deseo, devolvelo, turra diosa de esperanto que nadie
entiende pero todos ambicionan.

Vení, retorná, felicidad amable.
Todos te añoran, lo aseguro.

LA FUENTE

Ya conozco este son: cuenta la historia
de las cosas que tienen
el alma repartida, el alma rota,
silábica de amor entre la inerme
vida de la creación: es como un bosque
de luces encendidas y en la nieve
que tan sólo alumbraran al reunirse:
como un aroma junto donde duermen
flores del sol antiguo que al mirarse
reviven, con olor, y luego vuelven
a ser en la memoria igual que un eco
de nombres diferentes,
de nombres que agonizan y que aún arden
al pronunciarse juntos, y distienden
el alma hasta que vibra
con este son, con este son, ¡con este
son, en que el ser hombre
va juntando su luz como una fuente!

GREDOS

Verde, amarilla, gris, blanca en la altura,
la vasta sierra hacia la luz descansa
como una ola quieta
en su espuma más brava.
Me detengo en el valle. Con raíces
entre la hierba se me queda el alma:
Pasa a mis pies un agua, un sobresalto,
encadenado al tiempo mis entrañas.
Crecen las flores. Dormiré un momento.
Arboles son en el cielo; ya me ampara
la tierra y va la muerte con la brisa
vigilando la altura de las plantas.
Despertaré. Despertaré. Por fuera
de los pinares sube la montaña
verde, amarilla, gris, blanca en la cumbre,
eternamente enaltecida y mansa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario